La gente es egoísta y no quiere comprender que hay veces en las que no quieres a nadie, ni a ti mismo, y sólo quieres martirizarte en soledad.
Y se empeñan. Se empeñan en abrazarte, llorar contigo, como si el hecho de compartir sollozos fuese menos perturbador. Y continúa llorando, cuando tú, ni siquiera has derramado... un suspiro.
La gente es tan egoísta. A veces te gustaría ser, verdaderamente, el último habitante del planeta.

No hay comentarios: