Mi casa tiene un hueco, de "cuarentaporcuarenta", por donde, de día, entra la luz.

De noche, en cambio, se vuelve oscuro, vuelve oscura mi casa, y me deja en penumbra.

Pero parece no importarme. Porque es entonces, ¡y con este calor! cuando asomo mi cabeza, de "trentaynueveportreintaynueve", en busca de aire.

ffffffffffffffffffff, aspiro. Mantengo unos segundos, dentro de mí, el aire fresco, y luego, lentamente... buffffffffffffffffff... fuera.

Y otra vez.

A veces la ventana, como yo la llamo cariñosamente, me deja ver las nubes, sentir la lluvia e incluso oler el mar. Por muy asquerosa que sea tu casa, siempre tienes una ventana a la que asomarte. Y es entonces cuando te sientes un afortunado.

Como dirá Ana: ¡Nueva York, Nueva Vida!

1 comentario:

Morgana dijo...

eso es... yo necesito justamente eso, una ventana...


Muchos besos