
Las tardes de domingo son para reflexionar en lo que has hecho y has dejado de hacer durante toda la semana. Sobre todo para pensar en lo que has hecho y te has dejado hacer el sábado por la noche.
Iríamos unas siete u ocho personas en el bus, sentados lo más alejado posible, unos de los otros, pues eramos auténticos desconocidos entre nosotros. Todos al lado de una ventana. Ya era de noche, y fuera acababa de dejar de llover. Podía ver las luces de Madrid por duplicado, las reales y las reflejadas en el asfalto. Y olía a mar.
Y podía ver las caras de satisfacción de todos, sin excepción. Sin duda, había sido una gran noche. Y aquel un gran domingo para reflexionar. Todos, incluído yo, con la mirada perdida, pensando en el último beso, que había sido tan intenso como el primero, de nuestra vida.
7 comentarios:
Todos en la noche buscamos el asiento vacío, la ventana libre. Nos convertimos en nuestro propio voyeur, observamos y somos observados, y pensamos en lo que ha sido, en lo que pudo ser, en lo que será ¿no? :-)
último... nunca me han gustado las tardes de domingo.
Reflexionaré sobre ello, te lo aseguro.
un besazo
Cuanta razón tienes, Esther. A veces me da miedo lo voyeur de mí mismo que soy. Soy muy curioso, qué se le va a hacer. Saludos
Hola Morgana. Para mí, los domingos, han sido de todo.
Han sido los días en que mi madre me obligaba a madrugar para ver a un impostor soltar su discurso desde una tarima.
Han sido los días en que iba al pueblo a ver a mis abuelos.
Han sido los días en que en mi casa se comía paella.
Han sido los días en que veía, de crío, El Cuentacuentos en tve1.
Han sido los días que dedicaba a estudiar.
Que dedicaba a dormir.
Que dedicaba a dormir.
Que dedicaba a dormir.
Ahora, son los días que dedico a pensar en los seis días que le preceden. Puede parecer poco emocionante, como esas partes descriptivas de los libros en las que no ay acción. Pero hay domingos en que me reconocilio conmigo mismo.
Un abrazo.
El ser humano alberga potencial tal, que hay personas capaces de recrearse en dios-sabe-qué, mientras viajan en un vagón apestoso y repleto de almas de la línea 6...
El que no se maravilla es porque no quiere...
Saludos
Hola Alakazaam. En la línea 6 imposible concentrarme en otra cosa que no sea en qué puertas van a abrirse en mi parada. Soy un torpe y siempre me pongo de pie ante las puertas que no se abren. ¡Pardillo! Nos vemos. Ciao
bonitas fotos
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