Con nombres propios
2 de noviembre de 2011

(Antes de empezar a escribir, siento si este mensaje es demasiado largo).

Hace cinco años y medio cambié de ciudad, "abandoné" a mi familia, dejé el trabajo que llevaba haciendo toda mi vida (el de estudiante) y me vine a Madrid, a trabajar.

Mañana hago la mudanza.

Dejo los muebles en un trastero. Y me voy, durante un número indeterminado de meses, a conocer mundo. ¿Lo más próximo? Argentina. Salgo en 5 días. ¿Después? Casi a ciencia cierta, Chicago. ¿Entre medias? Quizás haga una escapada a Alemania...

De fuera de Madrid únicamente me traje un par de amigos. A algunos les he perdido la pista. A otros casi. Y otros se han convertido en mis mejores amigos. Estudié durante 5 años con David, Patri y Tania. David se esfuerza por ser un gran escritor maldito; y parece que no le va mal. Me alegré mucho cuando le publicaron su primera novela. Pero más aún cuando le publicaron el poemario que escribía y corregía durante nuestros viajes en bus a la facultad. Con Patri viví, de cerca, mis primeros meses en Madrid, cuando todo era nuevo, cuando todo era mágico. Luego las circunstancias nos separaron un poquito, y más tarde mucho más... aunque sigo viéndola siempre que voy a Barcelona, donde siempre aprendo algo nuevo. Lo último, lo sano que es hacerte tu propio pan en casa. Me alegra ver lo culoinquieto que es, y lo disconforme que está siempre con la vida. Es de la única forma que el mundo, que las personas, avanzan. Tania se ha convertido, poco a poco, en esa persona que tengo sentada delante de mí, fumando y tomando una Coca Cola Light, nojuzgándome. Sé que esa palabra no existe. Pero es que no sé cual es el verbo que explica lo contrario a juzgar. Tania se ha convertido en una gran amiga, que siempre está ahí, y que tan solo me echa en cara lo hermético que soy. Nunca le agradeceré lo mucho que ha hecho por mí. Entre otras cosas, presentarme a su novio, que ya no es su novio, es mi amigo, Quique, el que probablemente tenga el título de Persona más positiva del mundo (junto con mi amiga Itziar). Mi memoria selectiva no ha olvidado, sin embargo, el momento en que le conocí, que me cayó fatal. Ahora es la persona que no duda en levantar el teléfono para quedar, o aquel que no duda en prestarme cualquier cosa que necesite.

Algunos de ellos han tenido la suerte de conocer a algunos de otros amigos míos. Amigos que tienen escasamente 5 años de amistad, pero por los que podría apostar mi brazo. Son los que nos llamamos exbecarios, a los que conocí al entrar a trabajar, y a los que no he dejado de ver. Por orden alfabético, tengo que empezar a hablar de Ana. Da la casualidad de que tenía un pacto con Ana por el cual si llegábamos solteros a los 40 nos fugábamos juntos a Australia a montar un restaurante Español. Por diversos motivos... dudo que eso vaya a ocurrir. Lo que sí tengo claro es que veré a Ana dentro de un mes, a mi vuelta de Argentina, dentro de 40 días, en el Simulacro de las Campanadas; en 2 meses, esquiando; en Marzo, cuando me visite en Chicago... Y no puedo estar más contento. Es, quizás, la persona con la que más puedo quedar a solas y con la que siempre tengo de qué hablar. Nunca me aburre, ni sus teorías sobre hombres y mujeres; ni sus planes de futuro; ni sus historias. Itzi es mi niña pequeña, mi vecina, la niña vasca, la Persona más Positiva del Mundo (junto con Quique), mi arbol de manzanas rojas, mi contable, mi hombro, mi ilustradora favorita. El verano pasado llegué a tener un nivel de complicidad con ella que creí que era imposible tenerlo con alguien. Alguien que sé que siempre estará ahí, cerquita. Sonia es la chica que menos pegaba con nosotros cuando empezamos a trabajar, porque había estudiado algo diferente, y ahí la ves, vengo de tomarme unas cervezas ahora mismo con ella. Me gusta mucho verla feliz, hablando de proyectos profesionales y de proyectos... personales. Muchas veces no nos hemos preguntado cosas por discreción. Sé que le va a ir muy bien todo, aunque no se lo pregunte, por discreción. Luego está Pay, que vive en su mundo, un mundo increíble, donde a todos nos encataría estar. Pero hay veces que el mundo gira tan rápido que salimos disparados. Y Kenny, con sus cosas, su trabajo de mierda, su sueldo de mierda, su piso de mierda... pero que siempre te recibe con una sonrisa... y un puntapié... pero todo se le perdona.

A través de ellos conocí a Paula Defequer, la persona más divertida del mundo, una gran persona, sin duda. Y a otra Paula, un pequeño perro gruñón con muy mal despertar que dan ganas de abrazar continuamente. Espero que sus planes de futuro se cumplan y todo le vaya muy bien. Sé, de buena titna, que es alguien tremendamente buena en su trabajo.

Y así llegamos a otras personas que conocí en mi primer trabajo, y que han conformado los sábados, algún domingo, algún que otro viernes, y muuuuuchos jueves de mi vida. Por encima de todos, Mariano, que espero que nunca me deje de llamar, de escribir, de whatsappear, porque lo necesito ahí, al pie del cañón, siempre dispuesto a beber unas cervezas conmigo. Y Marcos, el entrañable Marcos, al que tengo más perdido, pero con el que es un placer quedar, y hablar. Con pocas personas recuerdo haber tenido conversaciones más profundas, de borrachera, que con él, aunque él no se acuerde... Mis (primeras) mamás (adoptivas) Lina y Marta, que las tengo abandonadísimas, y muy lejos, una en Mallorca, la otra en la Calle Arenal, de las que aprendí cada segundo, no sólo de trabajo, también de vida; y mis tías cercanas MamáMer y MamaMon, que me cuidaron como si fuera un gatico pequeño en una noche lluviosa. Y los Álvarez, Yol y Fer. Yolanda y Fernando. Un Yin y un Yang con los que siempre me he divertido y con los que ahora siento no haber profundizado más. Y luego está Gemmita, que va sola, porque se merece una frase entera para ella sola: gracias por estar ahí, con tus postales, tus palabras y tus conversaciones. Y Pelayo y sus Besus, que llegó, se fue, y volvió como si no hubiesen pasado por él dos mudanzas y 12 ó 15 meses. Una gran persona feliz de la que aprender mucho. Menos trato tuve con mis últimas compañeras, Mer y María, la (otra) mamáMer y Maria Schneider, a las que tuve que decir que "me independizaba"...

Y así llegué a conocer a otra tropa a la que he frecuentado mucho últimamente. Hace un par de semanas celebré mi despedida del trabajo y pude estar reunido con gente magnífica, alguna de la cual me ha demostrado lo grande que pueden ser. Mis dos segundas madres adoptivas: María, mi nueva mejor amiga, que siempre, siempre, siempre, pero siempre siempre, está ahí. Bueno, siempre menos el día que tenía que contarle la decisión más importante de mi vida; y Vero, que siempre ha tenido un buen consejo de madre pensando en lo mejor para mí. Ambas, en cierta ocasión, me dijeron algo horrible, con la intención de ayudarme. En aquel momento lo detesté. Hoy lo agradezco. Mi pequeña Elena, que ya no es pequeña, es grande, enorme, y más que lo va a ser, y cuydas dudas me recuerdas a mí hace 5 años. Fer, alguien muy divertido, un gruñón que cuando tenga 70 años no sé yo dónde tendrá que meterse. Andrea, mi otro vecino, con el que quedo los domingos para "rastrear" sardinas, inteligente, divertido, un gran tipo. Andy, para el que no tengo adjetivos, puesto que es un gran showman que me enseñó que en esta vida se pueden tener muchas vidas.

No me olvido de grandes personas, como Blanca, mi mano derecha, mi mayor cómplice los últimos meses en el infierno, con la que espero seguir quedando a ver pelis frikies; Ale, esa niña pequeña que siempre tuvo un "post it" agradable para colgar en mi ordenador; Nacho, el gran caballero capaz de echar una mano allí donde había cualquier fuego; Mario, trabajador incansable, paciente y gran fumador; Hola Paola, de la que destaco solo una cosa, pero una cosa enorme: su sonrisa cada mañana; Ibay, sus apps del iPhone, sus consejos y sus palabras de ánimo; Nubes, cuyo pesimismo era entrañable hasta el punto de ver en ella algo familiar; Natacha y esas grandes noches de los jueves donde me sorprendió "lo payasa" que es; Levene, que espero que cumpla muy muy muy pronto sus propósitos; Jorge, quizás mi amigo más joven (y que mejor viste); Isa, que empezó siendo la persona que compartía nombre con mi hermana y terminó siendo la Campofrita con la que un trabajo asqueroso era divertido; Robert, al que era imposible pedirle un segundo, de lo atareado que está siempre, pero que siempre te lo daba; Patri, su pelo corto, sus zapatos de charol, sus películas frikies; Julia, mi último gran descubrimiento, lástima no haber compartido más tiempo con ella; Lorenzo, Paulo, Jon, Rochi, Al, Toni, Alexander... gente con la que viví menos intensamente los últimos meses, pero que estuvieron ahí. Y Lavin, a la que conocí hace 10 años en la facultad, volví a ver en mi primer trabajo y a la que realmente conocí en mi segundo trabajo, y que últimamente me invita a su casa a ver películas de miedo que no dan miedo. Dejo para el final a Lau, esa personita que siempre ha estado a mi izquierda, de la que he aprendido tanto, y que me ha ayudado tanto. No pude, y creo que nuca podré despedirme de ella.

Por último, con nombre propio se merece que mencione a Dacio y Fernando. Mis amigos de toda la vida. Los que estaban antes de venir a Madrid, cuando estaba a Madrid y que me han demostrado que estarán, sin duda alguna, cuando quiera volver de donde quiera volver. Son grandes, aunque estén lejos y les vea poco. Les echo de menos.

He decidido escribir este larguísimo post para, dentro de unos meses, leerlo ya cordarme de todos ellos. Los que más los que menos, todos me han aportado algo, y por eso he querido referirme a ellos. Sé que es imposible que dentro de 6 meses siga teniendo el mismo recuerdo de todos ellos. Por eso quiero recordarlos así. Como los recuerdo ahora. Mi memoria selectiva ya se encargará del resto...

Os echaré de menos...

3 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que el término abandonar no es el más adecuado aunque quizá debas pensar por qué lo calificas así...porque así lo siente. Uno nunca abandona a la familia, simplemente se aleja para crecer y para echar alas.

Inocente82 dijo...

Saludos, Bulimia Passional. Ardo en deseos de leer tus aventuras...

Itziar San Vicente dijo...

Oh