Ahí os quedáis
25 de enero de 2012

En un par de días me vuelvo a marchar de España. Y sinceramente, a veces pienso que me gustaría marcharme una buena temporada. Me voy 2 meses. Pero en 2 meses pueden ocurrir muchas cosas.

En el pasado noviembre que pasé, junto con varios días de diciembre, fuera, pasaron muchas cosas. Entre otras, España cambió de gobierno. Yo no voté. Desde entonces mi entorno se ha llenado de personas que no hacen otra cosa más que quejarse; muchas de las cuales se quejaban antes del 20 de noviembre.

Con los años he aprendido a querer a la gente que tengo a mi alrededor tal y como son. Todos los que cerca están cerca porque los quiero tener cerca. No es como cuando eras crío y tenías que soportar a amigos que no eran amigos. Ahora tengo la fuerza de no ver a quien no quiero ver.

Y también con los años he aprendido que no puedo (otro tema es si debo, que creo que tampoco) cambiar a estas personas. Puesto que estas personas se comportan así porque son así. El que se queja de su jefe, cuando llega a jefe se quejará a de sus empleados. Es así.

Como decía, tampoco creo que deba cambiarlos. Si no me gustan es tan fácil como alejarme de ellos. Pero sí me gustan, a pesar de ello.

Me voy y no volveré hasta dentro de 2 meses y cuando vuelva no sé qué me voy a encontrar. Es probable que todo lo que encuentre sea muy parecido a todo lo que dejo, cambie el gobierno, nazca una nueva isla o imputen a alguien más de la monarquía. Y también es probable que el que vuelva más cambiado sea yo. Si por algo viejo es por cambiar. No lo dudo. Si todo estuviera perfecto, no haría nada por cambiarlo. Lo cual, sin querer, me hace volver a pensar en la gente que cree que puede cambiar su realidad quejándose.

¿Y si no vuelvo y la gente cambia?

1 comentario:

Unknown dijo...

Sí vuelves y la gente sí cambia, aunque la mayoría de las veces no se de cuenta porque esté tan ocupada en no cambiar que el cambio le pase por encima.