Historia de amor en 4 capítulos y un epílogo
31 de agosto de 2013


Capítulo 1: Día 1

Ya al bajar del avión, se podía ver en Iván la cara de decepción con la que acababa sus vacaciones. 2 semanas en Ibiza... y nada. Volvía solo. Bueno, con sus amigos. Es decir, solo. Esperó la cola para bajarse del avión, fue a recoger su maleta, esperó en la cinta, se despidió de sus colegas, esperó en la cola para coger un taxi, llegó a su casa, abrió la puerta y quiso pegarse un tiro. Tras darse un ducha fría, abrió los balcones con intención de que se fuera ese olor a cerrado. Y entonces, a lo lejos, vio que había movimiento en el balcón de en frente. Las flores que adornaban la barandilla y las cortinas no dejaban ver mucho: pero sí, alguien vivía en el piso de en frente. ¡Por fin!

Capítulo 2: Día 4

Tras dedicar todo su tiempo libre a vigilar aquel balcón, por fin pudo ver quién regaba aquellas plantas y había colgado aquellas cortinas. Llamémosla Mrs. H. Parecía alta. Era morena. Vestía poca ropa. Y fumaba en el balcón. O más bien sujetaba un cigarro con una mano y un pequeño cenicero con la otra. Fueron los 4 minutos más intensos del verano de Iván. Prestó toda la atención de la que fue capaz e intentó fijarse en absolutamente todo: no sabía cuánto tardaría en volver a verla en persona. Esa misma tarde la vería varias veces en su mente, en el baño. 

Capítulo 3. Día 7

Iván dedicó el sábado siguiente, que no trabajaba, a beber cervezas en el bar de debajo de su casa. Allí, pegado a la ventana, podía ver el balcón desde abajo, pero sobre todo, podía ver a la perfección quién entraba y quién salía del portal. Las 7 horas que allí estuvo le sirvieron para emborracharse, escribir un poco en una libreta, y ver que Mrs. H. no tenía intención hoy de salir de casa. Volvió a pedir la última cerveza y fue entonces cuando vio actividad en el balcón. Mrs. H. colgaba algo de los barrotes. ¿Más flores? No. Iván pagó y rápidamente subió a su casa. Fue entonces cuando vio un cartel negro y naranja que ofrecía una habitación el alquiler y que venía acompañado de un fantástico número de teléfono.

Capítulo 4. Día 8

Por fin el lunes Iván se decidió a llamar. Concertó una cita con una voz sexy que Iván se imaginó que pertenecía a la chica del balcón, igualmente alta, morena y con poca ropa. Aquella tarde, a las 8 llamó al telefonillo, le abrieron sin preguntar y en pocos segundos estuvo frente a frente a la mujer de sus sueños. Ella le invitó a entrar. Y antes de que pudiera decir nada más, él le dijo que era la persona más especial a la que jamás había conocido, que en la última semana había estado siguiendo sus pasos desde el balcón de en frente, se lo señaló, y terminó diciendo que quería pasar con ella el resto de sus días. Mr. H., que aún no había tenido tiempo de presentarse, ni de cerrar la puerta, corrió hacia las escaleras y dejó a Iván plantado en el salón, quien se dio la vuelta, salió al balcón y miró su casa con detenimiento, como si esperase encontrar algo.

Epílogo. 

A los dos días, y tras ver cómo un camión de mudanza llegaba y se iba del piso de Mr. H., una señora gorda y fea salió al balcón, retiró el cartel de se alquila habitación, y puso otro donde se alquilaba piso. 


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