El último habitante del planeta

Madrid apaga sus luces de neón.

Acabo de leer en El País.

Y ya me he puesto nervioso.

Qué va a ser de Callao,

su letrero de Schweppes,

y mi ilusión por vivir, tarde o temprano, en un piso cuyo balcón permitiera la entrada de luz a mi habitación.

Qué va a ser de la Puerta del Sol,

su letrero de Tío Pepe,

y las nocheviejas (con Ramón García y su capa) alumbradas por impersonales farolas.

Madrid apaga sus luces de neón,

sigo leyendo,

se salvarán de la quema algunos carteles, como el de Tío Pepe de la Puerta del Sol y el de Schweppes de la Plaza del Callao, al considerar el consistorio que son "elementos singulares".

Respiro aliviado.

Y sigo buscando piso.