
Quizás las luces llevaran encendidas todo el día, pero sólo se dejaban ver a partir de aquel momento, en que caía la noche.
Yo leía la declaración de dos amantes entre neones de Toyota, Junta de Andalucía y Caja Madrid.
- "Háblame de ti"
- "¿De qué quieres que te hable?"
- "No lo sé... Dime cosas que detestes"
Ir en el metro en hora punta; el olor a dulces; que me duelan los ojos del cloro de la piscina; no poder tener la música puesta a todo volumen; escuchar risas y no saber de qué; los pies; la piña; el azúcar en el café; los balcones cubiertos; la insistencia; tener que cortarme el pelo; los gusanos; los naúticos; las ventanas de aluminio.
Recordé, entonces, sentir mucho frío, lo agradable de observar paisajes áridos en los que nada sorprende. Volver a casa siguiendo los pasos de alguien. Pretender dar color al blanco y negro que, día tras día, tienes ante tus ojos.
Todo eso que hace tiempo quería perder de vista, ahora me resulta nostálgico.
(Las frases entrecomilladas no son mías; pertenecen a Tokio Blues, de Haruki Murakami, justo en aquellas páginas finales en las que remonta el vuelo)
2 comentarios:
Y Zamora... Rúa de los Francos :-)
Un post precioso, último... cuantas cosas dices con pocas palabras.
un beso
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