Los momentos
29 de marzo de 2012

Contradiciendo el primer mandamiento de un día como hoy, Huelga General en toda España, me dispongo a estrujar un rato las neuronas para intentar contar una historia que escuché no hace mucho.

Trata de Lola. Lola es joven. Aunque ella no se lo crea. Y realmente tiene posibilidades. Pero tampoco termina de creérselo. Quizás porque le han fallado una vez y no se permite que le vuelvan a fallar. Seguro que a tu alrededor hay alguien parecido a Lola. Lola se enamoró, contra su voluntad, para terminar sufriendo. Aún no se ha recuperado. Su mayor problema es que tiene un prodigioso cerebro que no descansa ni de noche ni de día, ni siquiera un día como hoy. Su cerebro es causa o consecuencia de su inmensa memoria, selectiva, para más señas. Esto significa que ha sido capaz de obviar aquellas páginas de la historia que por unas u otras razones no le gustaban especialmente. Sin embargo, hay momentos que quiere recordar aunque los compartiera, en su día, con alguien que ya no está a su lado, y no por su deseo o voluntad. He ahí el problema. No puede recordar la puesta de sol más emocionante que ha visto sin acordarse de con quién la compartió. Ni del sabor de las cerezas, la primera vez que las probó, ya siendo mayor. Son momentos que, tal vez, ha decidido resguardar con la intención de no caer en la tentación de volver a querer. Una especie de fusta que le da placer y dolor a partes iguales.

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