dios.
3 de junio de 2012

He estado pensando cuánto hace que dejé de creer en dioses. Creo que fue hace unos 10 años, cuando tendría unos 20. Hasta entonces no era practicante. Pero sí creía, en algo que no sabría definir, y que me ayudaba en ciertos momentos imprecisos con los que me encontraba.
Ahora no creo en nada. Soy agnóstico. Mejor dicho, soy ateo convencido, agnóstico luchador.
He discutido los últimos años con algunas personas acerca de su necesidad de que, una vez muertos, "esto" no se acabe. Y exista algo más. No sé qué piensa la gente exactamente. La mayoría te dirán que no se imaginan un cielo donde suena música clásica y la gente va vestida de blanco, y que mira con desprecio un infierno donde el azufre y el fuego hacen (casi) imposible la "supervivencia". Pero tampoco te saben explicar de otro modo qué es eso que hay después.
Yo siempre he argumentado que no hay nada más allá. Cada uno de nosotros tenemos 80, 30 o 102 años y eso ya es suficiente para hacer lo que tengamos que hacer, para hacer lo que queramos hacer. La única posible vida que existe después es la que se queda en los recuerdos de aquellos a los que conociste estando en vida. 
Soy ateo convencido, agnóstico luchador. Y sigo sorprendiéndome al ver cómo algunas personas encuentran esa inspiración indescriptible con tan solo pensar en su dios. Hasta el punto de explicar aspectos de su vida en función a ese dios. Es decir, sin asumir responsabilidades. Sin pensar que existen las casualidades. Sin pensar en el esfuerzo. Lo que no es casual es resultado de nuestros actos. 
No sé si el miedo a la muerte puede provocar que algún día vuelva a abrazar alguna religión. No sé cómo se debe sentir uno ante tal precipicio. Ya he sentido en otras ocasiones vértigo, pero creo que no tiene nada que ver con esto.

2 comentarios:

Itziar San Vicente dijo...

BRAVO!

Nadia dijo...

Me hiciste pensar, y suena bastante coherente. Seguiré pensándolo, gracias por enriquecer esta búsqueda que tengo. Saludos!